domingo, 17 de febrero de 2013

No es de Dios





Era de mañana, como cuando los personajes despiertan de improviso con sudor en la frente y se lanzan a la búsqueda de un sentido allende el mundo de los sueños, y lo que encuentran de día es la sombra de aquel reino que se extiende de noche, cuando duermen. Demasiado temprano para cocinar huevos y chilaquiles, hacer algo de zumo de naranja y calentar el café. Los rebozos tejidos a gancho eran el impulso para un recuerdo entre las noticias: - Si la abuela estuviera viva cómo le gustarían estos colores - dijo ella mientras miraba la foto de un blog de artesanías y atavíos típicos mexicanos. - Si la abuela estuviera viva...- se quedó pensando él - por qué no volvemos a dormir- No puedo- dijo ella. Entonces él se paró de la cama, buscó indeciso entre las cosas de un cajón, sacó de ahí un porro que prendió y dijo - Creo que volveré a vender- No puedes hacer eso, la última vez casi te meten a la cárcel- Casi, ya ha pasado tiempo, las cosas se calmaron otra vez y me necesitan allá afuera para la distribución, además ya no tengo varo, no sé cuando me vuelvan a contratar en la facultad. No me malinterpretes, por supuesto que me gusta hablar de literatura y cosas así...- ella se levantó de un tirón y se dispuso a calentar el agua para el café, ya no era temprano y le dolía la cabeza, pero la sensación era más cercana a lo que provocan esos changuitos que tienen platillos en las manos y que nunca paran de sonar. - Cosas así...- dijo ella desde la cocina. Él gritó en el cuarto, ella corrió hasta él con un cuchillo en la mano, con el mismo cuchillo que apenas servía para cortar naranjas pero que en ese momento de desesperación pudo atravesar el pecho de él, mientras ella le decía que no, que no puede caer en la cárcel, que no puede regresar a vender tacos de perro, que eso no es de Dios.

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