martes, 12 de junio de 2012

Síntesis disyuntiva




 
         Nace de ti una sonrisa, le dije, que se extraña cuando la mañana pone mi mano en tus senos y la luz se vuelve roja cuando atraviesa tus cortinas y todo empieza de nuevo. Ya no hablo del silencio porque no lo necesito: algo así decían las aves que salían de tu boca, que no se cansaba de fumar tabaco inglés con un conjunto de conjuntos, mientras la papiroflexia se volvía kantiana por una suerte de categorías que no tenían ni cualidad, ni cantidad, ni relación, ni modo, pensé, ni modo, qué puede uno hacer en esos casos.

          Alea jacta est: la mañana sigue y su paso es constante, pues no deja que nadie se quede atrás. Por eso la doña le pregunta al señor si ya se va a trabajar, por eso él le contesta que hoy es su día de descanso, por eso ella le dice que no se vaya a ir a las Vegas. Pero si tuviéramos un auto, ( -Autoviuda: mató a su ruco -rezaba un titular de la página roja) nos mudaríamos para ser personajes de Fear and loathing de otra dimensión, no de ésta. Bueno, mientras agarramos rait para aguantar vara hablamos del Gallo Pitagórico, político liberal que gobernó durante seis meses nuestro "Estado de Cosas" y que fue colaborador del periódico Siglo XIX. Amargo trago el del tiempo perdido entre fechas y colocaciones de libros, de multas por retrasos y más páginas gastadas que no tienen citas.
    
               ¡Sin rodeos, sin rodeos!... y yo apelé a tu cordura y a tu paciencia, a tu cintura, a tus labios que besan como la muerte. Todo lo que quería decir es que no hacemos otra cosa más que poblar la tierra con lágrimas, los días con sueños y el cielo con miradas, y fuera de eso, nada hay.

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