viernes, 13 de enero de 2012

A Cábala






Te escribo porque han pasado muchas cosas desde que te fuiste. Oxford me queda a cinco minutos y las drogas nunca son un problema en teoría de conjuntos gracias al axioma de elección. Los focos siguen prendidos, la ropa seca curiosamente se volvió a mojar aquella noche que las nubes caían tras la regadera de unos ojos que pensé que eran los tuyos, ahí en el espejo de la mañana, donde afinas tu sentido para no volver. Pero no. Afortunadamente ya nadie cree en la democracia, no somos apolíticos pero tampoco ilusos, tenemos consciencia de que en un pestañeo existimos y que si digo que te quiero es porque eso ya paso de moda y no sé ni de lo que hablo. La literatura nunca prometió ser moral. Por eso con estas letras crucifico a cada uno de los personajes que pretendió ser algo en mi vida y que terminaron expresando el vacío cuántico del universo.  La foto de tu muerte me convenció de que en realidad muchas cosas no han cambiado a pesar de su contingencia... y sin embargo todo sigue siendo tan jodidamente lindo. Son razones suficientes para desaparecer.



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