domingo, 13 de noviembre de 2011

Rocky






Es en el límite que nace del tacto una pelea: el box, la saliva, el sudor. En una esquina una mujer, en la otra, otra mujer, mujeres en los cuatro puntos cardinales sustituyendo la dirección de los astros para conjurar la sangre lejos de la amistad y el odio. Fue ahí cuando descubrí en un segundo que detrás de los días/las noches tampoco tienen fondo... ni ente ni esencia, superficie flotante que recubre el vacío y constituye el non sense. Corramos libres en la imaginación hacia cualquier parte... invoquemos a la topología de los topos, aquella que siendo no verdadera/no falsa no (si) se conforma con un tiempo y un espacio indefinidos, sino que se nutre de su virtualidad inmanente, justo ahí donde lo finito y lo infinito desaparecen para volver nuestra mirada a nosotros mismos que ya no estamos, no más, solo con la condición de seguir nuestras vidas entre las líneas del metro, las líneas de los cuadernos, la líneas de un poema de cocaína en estado libre de liebres excitadas por la sobriedad de una sociedad decadente. No tardó en llegar el knockout con la viscosidad absoluta de los teoremas... para entonces yo ya había perdido la fuerza en mis puños, y con ella, la fe en el lenguaje.

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