domingo, 5 de junio de 2011

Montaje


Los colores de la mañana se quedan pegados en mi cabezota si no me peino... por otro lado, esto de las drogas está durísimo, la Gioconda no deja de llorar. He preparado una decena de biberones, pero toda la noche estuvo inquieta. Pensé ilógicamente que tratarla como bebé era mala idea. Aunque también, suponer que sólo era un cuadro resultaría no sólo ofensivo para ella sino también para mi inteligencia. Llamé a Woody Allen para hacer una película sobre esto. Rapidamente vino a mi casa y se metió tres líneas de coca y un teorema de Pitágoras. A este respecto me dijo que no es nada seguro que Pitágoras haya existido- sólo tenemos noticia de los pitagóricos- comentó. Yo insistí en que esa conversación ya la habíamos tenido hace 5 minutos, él dijo que no, que eso era imposible, pues no llevaba en la casa más de 2 minutos. Me prestó un peine. Hicimos un diagrama... un concepto, no un diagrama, una catástrofe. Turner sabía esto... la tempestad, Shakespeare también lo entendía. ¿Qué de malo tiene ver a un cuadro llorar? ¿Qué es un cuadro? En términos cinematográficos es un sistema cerrado que funciona por saturación. Podemos ver en el fondo una ventana censurada por la disposición del montaje. Tres hombres buscan en los libros su propio nombre, su obra, y con ello quiza su olvido. No es muy diferente ahora. Liquid Books es un término postmoderno para una época transtemporal. Hoy todavía todas la guerras coexisten... todos lo malestares viven en su cura. Woody Allen se sentó a llorar mientras bebía un martini. O al revés, creo que bebía un martini mientras lloraba. Yo quemé los cuadros.

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